Estamos graciosetes hoy, ¿eh?[Día 1, Mañana temprana]

Kyoko suspiró cuando la última de las mariposas infernales se marchaba por la ventana, apoyando con delicadeza su mano en su mejilla derecha. Menudo inconveniente, a decir verdad. Se miró por encima, descubriendo que estaba algo despeinada y que su kimono que usaba a modo de camisón estaba algo arrugado. Suspiró, negando con la cabeza, mientras se incorporaba de su futón, procediendo a su ritual diario de aseo (una mujer siempre tiene que estar radiante, sobre todo si va a tener una reunión con su superior algo más tarde) y tras un frugal desayuno, salió de su habitación, vestida con su kimono de color salmón y con la Katana al obi, mientras se ajustaba con cuidado el lazo de su cabeza.

Tras mirar a uno y otro lado, suspiró, comenzando un tranquilo caminar en dirección hacia el patio interior, pensativa

Ara, ara... el capitán está especialmente bromista hoy... ¿será alguna estratajema para conocernos mejor, o por el contrario es simplemente para su puro divertimento? Bueno, habrá que ponerse manos a la obra... musitó para sí, pensativa

Me había levantado hace no demasiado. Aunque aún era temprano ya me sentía con mi habitual energía. Me preguntaba qué pasaría hoy y que gente conocería, ademas de los integrantes de la división. Me había levantado, cogido el mechon de pelo con la goma en forma de X, peinándome con la mano, con un aspecto ligeramente alborotado, y me había puesto un kimono corto de color negro, con el obi de color rojo. Pendí la zampakuto del obi de manera algo inclinada, ya que si no la arrastraba por el suelo.

Observé la banda con la insignia reposando sobre la mesa... No me apetecía ponermela todavíoa y no veía que fuese demasiado improtante. Ya me la pondría apra la reunión. Además resultaría muy, muy divertido pasearse como uno mas...

Desayuné un poco de sopa de pollo, mezclada con unos panecillos rellenos de pasta de judias rojas dulce, y me encaminé por los pasillos de la división. En ese momento observé, cerca del patio interior, una hermosa piedra...

Perfecta y plana...si la lanzaba bien conseguiría lanzarla a 7 saltos por lo menos...seguro...

baje del pasillo exterior y me arrodillé mirando la pequeña miedra, la cogí y la sopese...

Si, seguro que podía enviarla 7 saltos sobre el agua...

Kyoko siguió caminando, en perfecto silencio, mientras dejaba que la tranquilidad del ambiente permease en su carácter, relajándola notablemente. Era bueno, ya que como un dragón dormido, si se alterase demasiado podría estallar y no quería entrar ya tensa a la reunión después de los dioses sabían qué demonios tenía preparado el capitán para evitar posibles problemas. Suspiró, cerrando los ojos por un momento, hasta que oyó un ruido a uno de los laterales.

De manera inconsciente todos sus músculos se tensaron, con las manos cerca de la empuñadura de su arma, lista para atacar a cualquier posible emboscada, aunque cuando encontró el origen del sonido pudo encontrarse con una chica bastante mona y pequeña. ¿Qué haría allí? Bueno, no pasaba nada por ser amable, y la búsqueda podía esperar un saludo al menos

Ohayô Gozaimasu dijo con un tono de voz suave y ligeramente tierno, sonriendo con placidez a la niña ¿Qué haces? ¿Hay sitio para otra más?

Estaba enfrascada e sopesar ese pequeño tesoro aerodinámico, de modo que apenas me di cuenta cuando llegó la muchacha, además de pro que estaba en pleno silencio. La observé lelgar ligermanete por el rabillo del ojo en un gesto rápido, para que no se diese cuenta y cuando saludo me giré a observarla.

Ohayô Gozaimasu -dijo con un tono de voz suave y ligeramente tierno, sonriendome con placidez -¿Qué haces? ¿Hay sitio para otra más?...

Me giré a ver a la muchacha, vestida de forma muy femenina, con un kimono largo y la zampakuto pendida del obi. Alguien de la división posiblemente. Parecía agradable y tranquila, y ami siempre me habia gustado ir con ese tipo de gente, a pesar de ser tan activa. Era agradable rodearse de gente distinta. Me levanté con la piedra en la mano hice una tremenda reverencia, en un movimiento muy violento y me levanté sonriendo con mi carita de niña emocionada.

- Buenos días, pequeño pez de ojos dorados - dije sopesando su kimono de color salmón y el bonito color de sus ojos. Eran algo parecidos a los mios, pero los mios brillaban algo mas cobrizos que los suyos. - eres una mujer bonita.- dije dándola un abrazo estrechando su cintura, luego me separé de ella y le mostré la piedra con las dos manos, como si fuese algo muy importante- ¿Ves esta piedra? apuesto a que si la tiro al estanque puedo hacer que rebote siete veces como mínimo...-dije con una sonrisa france y bonita. Hoy era un buen día...

Excitante y lleno de sorpresas, y había empezado con buen pie...si...me esperaba un gran día...

La chica la hizo una profunda reverencia bastante rápida, lon que hizo que la shinigami le dedicase una mirada dulce. La niña le había caído en gracia, era bastante enérgica y también mona. La chica se le acercó, después de compararla con un pez de ojos dorados. Normalmente la comparaban con un dragón durmiente, pero ese símil le hizo gracia, resultándole aún más mona la niña si cabía... hasta que la abrazó, momento en el cual la mujer sólo pudo abrir los ojos de sorpresa, y la boca también, incapaz de responder al gesto.

Era la primera vez en mucho tiempo que nadie hacía algo así, de hecho, quizás la primera que pudiera recordar, y desde luego no se lo esperaba, aunque cuando la niña se separó, ella le dedicó una amable sonrisa, casi maternal. Definitivamente le había caído en gracia. Se agachó para mirar más detenidamente la piedra, para sonreirla

Vaya, sí que eres habilidosa entonces... Yo no soy capaz de hacer que las piedras boten en el agua... tendrás que enseñarme añadió, sonriendo suavemente. Le vendría de perlas el ir hacia el estanque, y mientras estaba con la niña que tan bien le caía, podría de paso hacer la búsqueda del capitán. ¿Sería solo a ella, o a todo el escuadrón?

Vaya, sí que eres habilidosa entonces... Yo no soy capaz de hacer que las piedras boten en el agua... tendrás que enseñarme...

Me dijo ella una vez había observado mi piedra. Entonces asentí enérgicamente con la cabeza. A pesar de que ella no me había abrazado supe que el gesto no le había caido mal, pue sme había sonreido de form uymaternal. Supogno que como a todos, le resultaría demasiado enérgico y extraño que sucediera eso de pronto. Solo sabía que si surgian las cosas las hacía...además, no era nada malo ¿no?...

- Claro que la enseñaré, bonita mujer pez...-dije asintiendo con la cabeza, entonces le tendí la piedra un momento, comosi fuese un tesoro y la dije - sujetela bien ¿vale? espere aqui un momento por favor...

dije con ese mismo tono que usan las que atienden en un restaurante, por ejemplo Me arrodillé en el suelo y comencé a gatear ligeramente, asomándome bajo el pasillo exterior. Metí la mano bajo la madera y entonces saqué otras piedra plana, algo mas grandes.

Me levanté y depsués de sacudme el polvo de la manga, dejándola estupendamente me dirigí a ella de nuevo.

-Vamos al estanque. voy a enseñarla como hacer rebotar las piedras...-dijo con tono convencido. - ah! pero antes...¿puedo saber como se llama, mujer pez?...-dije con una infantil sonrisa.

Kyoko cogió la piedra que le tendían, sujetándola con firmeza pero delicadeza entre sus delicados dedos, pensativa. "Bonita mujer pez"... era raro, pero le gustaba ese sobrenombre. Al menos no era un mote producto del miedo, sino de la inocencia propia de una niña. Se preguntó si serían compañeras de escuadrón

Poco después, volvió con más piedras planas, a lo que la pelirroja sonrió suavemente a la chica, tendiéndole de nuevo su piedra, con cuidado y cierta reverencia

Vaya, así que ya tenías más preparadas... eres toda una caja de sorpresas añadió, con esa suave sonrisa, mientras escuchaba cómo la respondía la chiquilla y le preguntaba su nombre. ¡Menudo despiste!

Vaya, menuda cabeza tengo... puedes llamarme Mujer pez, pero si lo prefieres, mi nombre es Namito Kyoko, pero puedes llamarme Kyoko-chan, si lo prefieres. ¿Y tú eres...?

Así que Namito Kyoko...La llamaría como fuera, pero para mi siempre sería la pequeña mujer pez.

-Soy Yakushiji Kagerou...-dije animada, entonces sujete todas las piedras con una mano y alcé la otra - dearimasu! (a la orden)

Dije con un gesto divertido, seguido de una risa, mientras cogía de nuevo las piedras con las manos y me disponía a encaminarme hacia al charca. Aún quedaba un buen rato hasta que todo empezara, de modo que podría distraerme, y un poco de sana diversión no me mataría.

-La verdad es que bonita mujer pez me gusta, Kyokochan tambien...-dije pensativa como si el hecho de tener apodo fuese algo importante - a ver a ver...Nami chan tampoco que da mal...creo que iré escogiedo sobre la marcha.

Dije resuelta.

-ah! tu puedes llamarme como te apetezca...-dije, entonces pensé un momento y pregunté, aunque resultaba una obviedad - ¿Tu perteneces a la sexta división verdad?...-dije como si hubiese dicho lo imero que se me hubiese ocurrdo, roi ahblar de algo...

Kyoko se rió suavemente ante la broma de Kagerou. Definitivamente le caía bien la muchacha, y no pudo evitar el impulso de posar su mano en la cabeza de la chiquilla, sin ser capaz de hacer nada más. Ni si quiera sabía cómo acariciar... menudo desastre

Muy bien, Kage-chan... puedes elegir un mote para mí siempre y cuando pueda saberlo... ¡si no, no seré capaz de contestarte cuando me hables! añadió, comenzando a caminar en dirección al patio interior y, más concretamente, a la charca. Sonrió suavemente

¿La sexta división? Sí, así es, pero me temo que no soy nadie importante dentro de ella. Sólo soy una más, y así está bien sonrió suavemente No me importa mientras pueda ayudar, ¿no crees?

[fdi: continúa en el patio interior]