Cicatrices a remojo (Día 4, mañana)

Las heridas escocían como ellas solas, los ungüentos de la cuarta división escocían y los míos propios tampoco es que se quedaran muy atrás. Y cuando sabías que no podías rascarte aquello que tanto picaba y escocía la sensación se volvía más desagradable si cabe. Así que cuando aquella mañana me levanté dolorida y magullada me tomé un par de calmantes y me dirigí a los onsen a ver si conseguía desentumecer mis músculos agarrotados por aquella misión. Mientras tanto me recordaba a mí misma que tenía que despellejar al capitán por inútil y al comandante por idiota. Sólo a Harada se le ocurría mandar a Shinigamis rasos a aquel estropicio y sólo al comandante se le ocurría dar por visto bueno aquello y encima no mandar refuerzos de otras divisiones.

Y encima tenía que seguir soportando a la Segunda división pavoneándose mientras intentaban comprar mi culo a toda costa. Afortunadamente hasta ahora había conseguido escaquearme de aquel dichoso puesto de capitán. Desde luego matar a mi último capitán no mejoró demasiado las cosas con la Segunda... ahora intentaban recurrir al comandante diciendo que cumplía uno de los dos requisitos. Eran peor que un acosador que intentara robarme la ropa interior...

El agua caliente cumplió con sus espectativas relajándome aunque haciendo que mis heridas escocieran aún más, sobre todo cuando apoyaba la espalda sobre las piedras y éstas se me clavaban en las magulladuras abiertas. Finalmente decidí dejar que se secaran un poco saliendo de la "piscina" para sentarme en el borde con las piernas metidas en el agua caliente.

Al despertarse se había encontrado con moratones y cardenales que antes no había allí, que además les daba por doler de forma intensa. Juraría que los hollow no le habían golpeado tan fuerte. El caso es que el entrenamiento matutino nada más salir el sol fue un infierno, hasta el punto de tener que dejarlo a la mitad. El dolor de su torso lleno de golpes era demasiado intenso como para semejantes esfuerzos, así que al final en la enfermería pidió un poco de ayuda, obteniendo por ello unas pastillas para el dolor. Al menos no tenía nada grave, lo cual era un inmenso alivio. De todas formas, las pastillas fueron bastante efectivas, hasta el punto de que se dijo a sí mismo que no tenía nada de qué quejarse. Había oído que Gentatsu había salido mucho peor parado, con una herida grave en un ojo.

Acabó por decidir que un baño termal le ayudaría a templar su cuerpo y también su alma. No se podía meditar estando tan tenso, y además las termas era un sitio que le gustaba ir alguna que otra vez, un pequeño lujo que se permitía, podría decirse que el único. Cuando se miró en el espejo, con la toalla por la cintura, vio que sus moratones, los tres de la espalda, no eran demasiado grandes, y no abultaban, pero vaya si dolían. Los dos de delante, uno alojado en el pecho y otro en el estómago, apenas dolían y eran más pequeños que los otros. Suspiró, pensando en que ahora las termas le salían gratis por ser shinigami, seguro que muchos se pasaban por ahí a menudo debido a ello. Je, sería divertido descubrir que las termas fuesen más seguras que todo el seretei debido a la concentración de shinigamis en el lugar.

Todos sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando vio la silueta de una mujer... desnuda. Al principio no se lo creyó, se sacudió la cabeza y parpadeó unas cuantas veces, intentando quitarse la imagen supuestamente ilusoria de la cabeza. Pero cuando se fijó bien, se dio cuenta de que no era un efecto óptico, sino que era muy real. No sólo eso, sino que en ese momento identificó a la mujer: Yasuyo. Abrió los ojos como platos.

-Ya... ¡Yasuyo!-exclamó, escandalizado.

Miró hacia otro lado, se puso una mano delante de la cara... todo por no seguir mirándola, aunque sus ojos a veces miraban hacia ella, más por saber cómo reaccionaba que por otra cosa. Su cara mostró un sonrojo bien definido debido a su palidez natural, mientras se le notaba tremendamente incómodo con la situación. Pobre, se le habría caído la toalla, seguramente, y justo en el peor momento. Todo el dolor físico pareció desaparecer con la descarga de adrenalina de Raion, que sólo pensaba en huir de allí.

Cuando escuché la escandalizada voz de Raion rompiendo el silencio me giré hacia él. No sabía a que venía ese tono... hasta que me dí cuenta de que él llevaba la toalla envuelta alrededor de su cintura. Debía de haber visto que yo estaba desnuda.

- ¿Si? ¿Querías algo?

Le pregunté con completa naturalidad, la verdad es que no me avergonzaba de mi cuerpo así que no veía razón para ocultarlo a toda costa. Esa actitud mojigata no iba conmigo; aunque fingiera en ocasiones yo sabía que no era precisamente una doncella inocente.

Me fijé en los moratones de su cuerpo, también donde él había estado la lucha había sido dura, tenía que haberlo sido para que hubiera salido herido a pesar del capitán y la teniente. Sospechaba que ella también había recibido alguna proposición por parte del comandante, pero que al igual que yo la había rechazado.

- ¿Si? ¿Querías algo?

¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo? ¿No se daba cuenta? Él se daría cuenta... Tenía que decirle lo que pasaba, era su deber.

-¡E-Estás... desnuda!

La verdad es que estaba bastante incomodado. Nunca había visto a una mujer desnuda, y tenía que ser precisamente Yasuyo. Probablemente ahora ella se daría cuenta de lo que pasaba y se violentaría tanto o más que él. De hecho, ya estaba pensando en volver por donde había venido. Menuda mala pata, sólo faltaba que hubiese más gente por ahí para desear que la tierra le tragase. Ahora miraba la salida con mucho más interés que nunca, tragando saliva y sin dejar de tener su mano delante de su cara para no ver accidentalmente a Yasuyo. Por mucho que le doliesen las heridas, prefería no pasar esa vergüenza a que se calmasen.

Así que no me había equivocado, era eso. Esbocé una sonrisa irónica, no era tan estúpida como para no darme cuenta de que estaba desnuda.

- Ya lo se. ¿Acaso debería estar vestida? No me parece muy cómodo bañarse con el uniforme.

Sonreí divertida por su comportamiento, era tan inocente que no podía menos que reirme. Debía reconocer que personas como Raion eran difíciles de encontrar, con una inocencia tan pura. Inocencia que ya había decidido que sería mia. Demasiado tentador como para no hacerlo.

- Veo que también has decidido relajar las secuelas de ayer en los baños termales... Dicen que los de aquí son fantásticos para las contracturas.

Pero claro, eso era algo que no podía ser demostrado al cien por cien. Sólo podía especularse con sus propiedades relajantes, aunque si algo era seguro era que una buena sesión de baños termales siempre relajaba.

- Ya lo se. ¿Acaso debería estar vestida? No me parece muy cómodo bañarse con el uniforme.

-N-no... p-pero... yo... eh...

Estaba demasiado molesto, demasiado confudido, como para decir algo coherente. Yasuyo no parecía afectada lo más mínimo, y se sintió bastante amilanado. Ella estaba desnuda, ¡desnuda! Joder, que eso no era normal. Su enrojecimiento no se iba, sólo iba a aumentando paulatinamente, de forma proporcional a lo violento y avergonzado que se sentía. Y todo ello empeoraba por el hecho de que a ella no le afectase lo más mínimo, dándole la sensación de ser un tonto o algo parecido.

- Veo que también has decidido relajar las secuelas de ayer en los baños termales... Dicen que los de aquí son fantásticos para las contracturas.

Se llevó la mano que no tapaba la figura de la mujer al pecho, a uno de sus moratones, mirándoselo. Se lo acarició levemente con la punta de los dedos, mientras sus ojos miraban a todas partes menos a Yasuyo, buscando algún lugar donde mirar. Estaba acostumbrado a mirar a los ojos cuando le hablaban o hablaba, y ahora no podía hacerlo. Abrió y cerró la boca varias veces, como si fuese a decir algo, pero luego decidiese por no hacerlo. Su cuerpo se tensó como una cuerda, y no podía razonar con claridad. Era una situación más estresante que cuando los hollow le rodearon, aquí no podía simplemente echar a correr. Aunque eso es lo que quería hacer, echar a correr.

Estaba tenso como las cuerdas de un violín recién afinado y demasiado tenso. Me hubiera gustado seguir divirtiéndome un rato más con aquello, pero si lo hácía probablemente saldría corriendo entre alaridos. Así que me incorporé, salí del agua y fui hasta donde tenía la toalla que me enrrollé bajo los brazos.

- ¿Mejor asi? No deberías ponerte tan tenso, ni que fuera a matarte...

Si se ponía así al ver a una mujer desnuda, no quería saber como se pondría en una pelea. Aunque supongo que aquello le ponía más nervioso que una pelea.

- ¿Te apetece un té? Te vendrá bien para calmar esos nervios

Pregunté antes de llamar para pedir un servicio para dos mientras le sonreía afectuosamente. Interiormente me estaba riendo a carcajada limpia, pero como era de esperarse no podía hacerlo delante de él. Aunque en parte me gustaría, era tan divertido verle comportarse así...

- ¿Mejor asi? No deberías ponerte tan tenso, ni que fuera a matarte...

Se rascó la nuca algo nervioso, mirando para otro lado, aún avergonzado, pero ya no se tapaba la vista. Puso una sonrisa nerviosa, intentando parecer calmado, pero era obvio que no lo conseguía. Todos los dolores de su cuerpo le vinieron de repente, dejándolo más incómodo aún. Por lo menos ya podía mirar a la cara a Yasuyo sin impedimentos. Se preguntaba si todas las del Rukongai serían así, o ella era especial. Esperaba que fuese lo segundo, o tendría serios problemas de socialización.

- ¿Te apetece un té? Te vendrá bien para calmar esos nervios.

-Sí, gracias.

Asintió con la cabeza levemente. Incluso se atrevió a acercarse un poco a la mujer, no demasiado de todas formas, no había recobrado toda su confianza y tardaría algo en restaurarla de nuevo. Sin saber qué hacer o decir, pensó que quizás debía responder a la anterior frase de Yasuyo acerca del motivo por el que había ido a las termas, y así podía romper el hielo (hielo que sólo él veía, por otra parte).

-Pues vine aquí a ayudarme con las heridas, sí. No he podido acabar con mi entrenamiento por su culpa-se le notaba algo avergonzado ante ese hecho-, así que cuanto antes se curen, mejor.

Me metí en el agua hasta los hombros y acto seguido serví el té en las dos tazas mientras escuchaba con una sonrisa afable. Un shinigami impaciente, como casi todos los que estaban allí. Era como si la guerra y las batallas fueran el centro de su vida.

- La recuperación de tus heridas también forma parte del entrenamiento. Supongo que es normal, todos los jóvenes andan escasos de paciencia, deseosos de nuevas peleas en las que demostrar su valía.

Esperaba que siguiera mi consejo, no porque fuera a ser buenopara él, que lo era, sino porque me facilitaba las cosas. Las mentes demasiado centradas en el deber dejaban muy pocos momentos a la relajación y el divertimento. Y eso no me ayudaba en nada.

Le tendí la taza de té mientras le miraba a los ojos con gesto amable.

- Que todo el mundo valore y conozca tus logros, no es tan bueno como parece, ya que eso siempre deriva en más responsabilidades. Ójala pudiera volver a ser shinigami raso, sin responsabilidades, sin nadie que me mire esperando que cumpla con determinadas expectativas hechas en base a ideas preconcebidas.

Ideas preconcebidas que generalmente venían de los rumores. Todo el mundo miraba expectante mis combates, esperando que algún día de señales de poseer el bankai, todos esperan que lo tenga, habiendo matado a un capitán. Ya que es la única forma que se imaginan de poder acabar con alguien de ese nivel. Todos esperan que no deje piedra sobre piedra en mis combates, a fin de cuentas es lo único que esperan de alguien que carga tantas muertes de shinigamis a sus espaldas.

Raion se metió en el agua también. Ah, que bien, estaba caliente, mucho, como a él le gustaba. Le gustaba bastante el frío nocturno, pero no había nada como la sensación de un baño caliente, o mejor aún, la sensación de un baño caliente después de una sesión de meditación bajo el frío nocturno o matinal. Eran ese tipo de placeres los que le gustaban, eso y una buena taza de té. Té que en breves tendría en las manos gracias a Yasuyo. Ahora ya no estaba nada nervioso, se empezaba a relajar por fin, ayudaba el no tener que ver las curvas de Yasuyo.

- La recuperación de tus heridas también forma parte del entrenamiento. Supongo que es normal, todos los jóvenes andan escasos de paciencia, deseosos de nuevas peleas en las que demostrar su valía.

-Je... supongo que tienes razón...

Le dio las gracias por la taza de té. Pensó en eso de la impaciencia, la verdad es que sí que sentía cierta impaciencia por mejorar. Ser mejor shinigami, ser mejor guerrero, pelear mejor en definitiva. Así su hermana estaría orgulloso de él, y también su abuelo. Todos tenían muchas espectativas hacia él, y no quería defraudarlos. Además... sus sueños... o mejor dicho, sus pesadillas... tenía que ser fuerte, tenía que combatir con fuerza y sin armas, debía hacerlo, o nunca se lo perdonaría.

- Que todo el mundo valore y conozca tus logros, no es tan bueno como parece, ya que eso siempre deriva en más responsabilidades. Ójala pudiera volver a ser shinigami raso, sin responsabilidades, sin nadie que me mire esperando que cumpla con determinadas expectativas hechas en base a ideas preconcebidas.

-Bueno... yo no espero que hagas nada que no quieras, Yasuyo-le contestó sinceramente-. Yo no quiero rangos, aunque si me los ofrecen no los rechazaré. Yo sólo quiero ser más fuerte-asintió con la cabeza y le dio un trago al té, empezaba a estar relajado, y también a bajar sus defensas.

Sonreí amablemente mientras me daba la vuelta y salía del agua para apoyar los brazos en el borde y sobre ellos la barbilla. Era una respuesta predecible, viendo a su brillante hermana y viéndole a él seguro que era algún tipo de honor personal o algo parecido. O quizás algún tipo de arranque misógino y lo que pretenda sea proteger a su hermana a toda costa siendo mejor que ella. No dudaba de sus capacidades, pero Isayama era buena, y le faltaba experiencia.

- ¿Y porque quieres ser más fuerte? Espero no ser indiscreta...

En ese momento me giré hacia él mientras salía del agua para sentarme en el borde y chapotear con los pies. Estar tanto rato en el agua me cansaba mucho y me ponía colorada por la temperatura del agua, así que salía antes de ponerme como un cangrejo en una olla.

- A mi me parece que eres fuerte... muy fuerte...

Mentir descaradamente era uno de mis puntos fuertes, claro que era fuerte, eso se notaba, pero desde luego no lo era tanto como mi antiguo capitán. Y ni por asomo tanto como Ai...

- ¿Y porque quieres ser más fuerte? Espero no ser indiscreta...

-Em...-no sabía muy bien qué decir, no quería decir la verdadera razón, así que tuvo que mentir, o decir la segunda mejor dicho, y no era especialmente bueno mintiendo o diciendo medias verdades- Quiero que todos estén orgullosos de mí.

Ojalá pudiese decir la verdad. Ese secreto le carcomía por dentro tanto que no le dejaba dormir en condiciones la mayor parte de las noches, tenía ganas de contárselo a alguien, pero no podía. Tenía que seguir guardándolo por el bien de su hermana, tenía que ser más y más fuerte, lo suficiente como para no necesitar poderes ni zampakutoh. Era demasiado difícil como para tomárselo a la ligera, incluso a veces le parecía que estaba demasiado lejano su objetivo.

- A mi me parece que eres fuerte... muy fuerte...

-Ah, jaja... ¿en serio? No creo que sea para tanto...

Se puso un poco nervioso sin saber muy bien si eso era un cumplido o qué, rascándose la nuca con un sonrojo leve en la cara. No se sentía tan fuerte, veía en la división a gente más fuerte que él, como Gentatsu, la teniente o el capitán. Ahora que lo pensaba, Yasuyo tenía un rango muy elevado, seguro que era más fuerte que él. Claro, no se le daba el rango de oficial a cualquiera, y menos uno como el suyo. Había oído que había matado a su antiguo capitán de división, claro que eso no sería verdad, o ella misma sería capitana de alguna división.

-Ahora que pienso, tú tienes mucho más rango... seguro que eres más fuerte que yo-dijo humildemente con una sonrisa amable.

Le sonreí, ahora llegaba el momento en el que yo escurría el bulto hábilmente y todos contentos. Siempre lo hacía y siempre daba resultado, la única persona que sabía cual era mi verdadero potencial era mi antiguo capitán. Pero ahora ya no estaba para publicarlo... una lastima...

- Bueno... eso no se sabe... Quizás seas tu más fuerte... pero todavía el resto no lo sabe. ¿No crees?

Seguí chapoteando con los pies mientras le miraba a la cara con una sonrisa enigmática. Estaba recién salido de la academia, le faltaba experiencia y seguramente el bankai, quizás con el tiempo podría llegar a superarme, pero de momento no. Y mi verdadera valía no residía en mi reiatsu. No todas las vidas que había sesgado lo había hecho con mi zampakutoh. No había que despreciar el poder de un buen veneno en la comida o en la ropa o.... mil sitios

- No deberías desacreditar a tus oficiales, no crees? Si digo que eres muy fuerte, deberías hacerme caso...

Le sonreí, ligeramente insinuante mientras seguía moviendo las piernas metidas en el agua, jugando con ella y lanzando gotas que se convertían en preciosos arcoiris al fraccionarse la luz en ellas como diminutos prismas. Cada uno único y diferente.

- Bueno... eso no se sabe... Quizás seas tu más fuerte... pero todavía el resto no lo sabe. ¿No crees?

-Hum... no sé...

- No deberías desacreditar a tus oficiales, no crees? Si digo que eres muy fuerte, deberías hacerme caso...

-¡Ah!-touché- B-Bueno...

Miró hacia abajo, y al ver la piernas tan bonitas de Yasuyo, miró para otro lado. Esa mujer era muy inteligente, siempre tenía que pensarse bien qué decir o acababa sin saber qué responderle. Pero la verdad es que no le molestaba, era un reto intelectual, algo que no solía tener, y le gustaba mucho hablar con ella. Pero tenía que pensar en qué decir, quizás podría intentar escurrir el bulto. Se hundió un poco en el agua, cubriendo todo su cuerpo hasta los hombros, con sus largos cabellos plateados hundidos en el agua a medias. Le miró a los ojos de nuevo antes de hablar.

-Supongo que soy algo fuerte...

Sonreí mientras chapoteaba una vez más lanzando gotas de agua que mojaron a mi joven e inexperto interlocutor. Podía ver como se quedaba en blanco, como los engranajes de su mente se esforzaban por responder y seguir la conversación. Era interesante... y excitante.

- Pero la fuerza por sí sola no sirve para nada. ¿Para que la quieres? ¿Para ser el que más hollows purifique? No... no eres de esos. ¿Para proteger a alguien? Probablemente...; pero si no te relajas y no entablas relaciones con nadie. ¿A quien vas a proteger? Las personas que están solas, no tienen nada por lo que velar.

Y aquello era cierto, lo que no había dicho es que aquella ausencia de elementos que proteger eliminaba puntos débiles de tu vida, la gente sufre cuando atacan a sus seres queridos. Yo mejor que nadie lo sabía, de la misma manera que sabía que no había nadie más difícil de herir que aquel que no tenía nadie importante en su vida. Pero también sabía que era casi imposible encontrar a alguien así. Todo el mundo se preocupaba por otras personas. Es inevitable... o quizás no. Yo no había conseguido preocuparme por nadie hasta el momento. Lo cual me daba cierta ventaja para determinadas cosas...

- Siempre estás entrenando... ¿Tantas ganas tienes de superar a tu hermana?

Ah... el carácter misógino de las familias. Pero bueno, esas cosas no tenían remedio. Si había un hermano y una hermana, siempre estaría mejor visto que el varón fuera de más alto rango a que fuera al revés. Probablemente Raion había sido educado desde esa perspectiva.

- Pero la fuerza por sí sola no sirve para nada. ¿Para que la quieres? ¿Para ser el que más hollows purifique? No... no eres de esos. ¿Para proteger a alguien? Probablemente...; pero si no te relajas y no entablas relaciones con nadie. ¿A quien vas a proteger? Las personas que están solas, no tienen nada por lo que velar.

Raion entrecerró los ojos para evitar que le entrase alguna gota de agua en ellos, pero estaba totalmente atento a las palabras de Yasuyo. Cierto, quería proteger a alguien, y le sorprendió bastante la sabiduría que mostraba la mujer, aunque no por nada especial, sino porque le gustaba. Se había vuelto, para él, en una persona muy interesante, quizás la primera en mucho, mucho tiempo. La verdad es que no tenía mucha relación con nadie de fuera de su familia, nunca había buscado compañía, era un chico algo retraído. También es verdad que sus malos sueños le hacían un hombre bastante independiente, o mejor dicho, solitario.

- Siempre estás entrenando... ¿Tantas ganas tienes de superar a tu hermana?

-¡No quiero superarla!-negó con la cabeza- No me importa que ella sea más fuerte, siempre lo ha sido. Es como si quisiese cambiar el color azul de mis ojos, es algo que siempre ha estado ahí, no siento la necesidad de cambiarlo. Sólo... sólo quiero ser fuerte. ¿Tan raro es?-la verdad, no se le ocurría nada verosímil para explicarse, mentir no era lo suyo- Además, me gusta entrenar, y mi zampakutoh se siente satisfecha cuando lo hago-en eso sí que no tenía porqué mentir.

Vaya... sabía que era tímido, pero lo de tipo rarito sin vida social podría decirse que era una novedad. Y lo peor era que su Zampakutoh animaba aquel comportamiento antisocial... Aquello podría casi catalogarse de caso perdido, pero no se me daba bien rendirme ante cosas así. Seguro que sería capaz de sacar algo de todo aquello.

- No es extraño. Sólo sentía curiosidad, lamento si fui indiscreta.

Aunque en realidad no lo lamentaba un carajo, pero él no lo sabía. Así que mis disculpas quedarían estupendamente. Hay que ver... no había que desacreditar nunca el poder de la palabra, podían ser armas muy útiles. Y además aptas para cualquier situación... A veces casi lo prefería a todo ese engorro de la sangre y las vísceras.

- No dejes de entrenar, entonces. Quizá algun día llegues a superarme...

Le dediqué una sonrisa deslumbrante mientras estiraba las piernas hacia delante. Empezaba a sentir algo de frío, así que volví a meterme en el agua sentándome sobre una roca. El agua me llegaba por debajo del pecho, así que me incliné hacia atrás y sencillamente dejé que el agua me permitiera entrar en calor y relajar mis hombros.

- No es extraño. Sólo sentía curiosidad, lamento si fui indiscreta.

-No pasa nada.

No estaba ofendido ni nada parecido. Pero Yasuyo a veces le ponía nervioso, normalmente por alguna palabra o gesto en especial, y acababa haciendo o diciendo algo que luego hubiese querido cambiar. Le llegó un mensaje en una mariposa infernal, de una forma tan sigilosa que ni Yasuyo se dio cuenta. No entendió muy bien el mensaje, probablemente se estaba refiriendo a alguien de los de la división, pero no sabía muy bien a qué venía. Ya lo averiguaría más adelante, era su tercer día en la división, y la verdad es que el mensaje le pareció más una broma que otra cosa. El tiempo dirá.

- No dejes de entrenar, entonces. Quizá algun día llegues a superarme...

-Mucho tiempo tendría que pasar...

No conocía muy bien el significado de aquella sonrisa, pero Yasuyo se volvió a meter en el agua, relajándose. Él por su parte miró hacia arriba, mojándose la nuca y algo más de sus largos cabellos, con sus orbes azules escrutando el horizonte, mirando sin ver. Yasuyo venía del mundo mortal... se preguntaba cómo era. Había ido en la misión, claro está, pero apenas había podido ver nada. Tampoco le gustó lo que vio, de todas formas, aquello era una pesadilla de asfalto, cemento, metal y cristal. Le gustaba mucho la naturaleza, demasiado como para meterlo en una ciudad tan complicada y enorme. Acabó por mirar hacia Yasuyo, con un brillo de curiosidad en sus ojos.

-Yasuyo... ¿cómo es el mundo de los vivos?

Y por fin la curiosidad... Lenta, pero iba apareciendo. Era una buena señal que fuera mostrando curiosidad, y natural a fin de cuentas. Pero aquella pregunta no era quizás la que me habría esperado... Respondí mientras apoyaba la cabeza sobre las rocas y cerraba los ojos dejándome llevar por el agua.

- Es... sucio, oscuro y sensual. Quiero decir que allí lo que priman son los sentidos, el disfrute de los sentidos por encima del disfrute del alma. Nadie conoce a sus vecinos y por supuesto nadie ayuda a nadie si no obtiene nada a cambio. Pero a la vez es luminoso, las noches se encienden con todas esas farolas y luces artificiales. Está lleno de vida, inmerso en un caos ordenado y constante, siempre vivo y palpitante. Es hermoso a su manera.

Había nacido en él así que en cierta manera era mi medio natural. Aunque había omitido parte de la verdad, en la sociedad de almas también podían encontrarse personas que no echaban un cable si no obtenían algo a cambio. El mejor ejemplo era yo, opinaba que todo tenía un precio y mi ayuda no era menos. Dependiendo del favor podía ser más o menos cara...

- Es... sucio, oscuro y sensual. Quiero decir que allí lo que priman son los sentidos, el disfrute de los sentidos por encima del disfrute del alma. Nadie conoce a sus vecinos y por supuesto nadie ayuda a nadie si no obtiene nada a cambio.

Eso sonaba... bastante molesto. Un mundo lleno de tinieblas, de egoísmo y de maldad. Nadie cuidaría de nadie... Desde luego, era un mundo donde él mismo no podría sobrevivir. No soportaba las injusticias, al menos las que se cometían en su presencia. Además, el disfrute del alma era mucho más placentero. ¿Qué importa la buena comida, por ejemplo, frente a un espíritu fuerte y calmado? Si tan solo pudiese dormir, descansar por la noche como una persona normal...

-Pero a la vez es luminoso, las noches se encienden con todas esas farolas y luces artificiales. Está lleno de vida, inmerso en un caos ordenado y constante, siempre vivo y palpitante. Es hermoso a su manera.

-Mmm... Entonces...-se llevó un dedo a la barbilla, pensativo- Igual este mundo es muy aburrido para ti, ¿no? Es mucho más tranquilo, más calmado... los únicos caóticos y destructivos son los Hollows.

La verdad es que si me aburría bastante, y echaba de menos el mundo real, pero procuraba buscarme mis diversiones por mi cuenta. A fin y al cabo, las almas seguían siendo lo mismo aquí y en el mundo de los vivos. Eso era algo que nunca cambiaba.

- Bueno, creo que llevo aquí el tiempo suficiente como para haberme acostumbrado. Es cierto que a veces echo algunas cosas de menos, pero soy feliz aquí.

Tan feliz como si me pegaran una patada en la boca cada mañana, aunque no me podía quejar, tenía casi todo lo que quería, excepto a ese tiernito capitán de división; pero para ser sincera tampoco es que me hiciera especial ilusión, no tenía pinta de tener mucho que sacar... Y aquel sitio estaba demasiado plagado de aburridos, ya no me llamaban la atención.

- ¿Y porque esa curiosidad por el mundo de los vivos?

Era comprensible que tuviera una sana curiosidad por el mundo de los vivos; pero quería saber porque había preguntado. Cuanto más supiera mejor para mí, a fin de cuentas la información es poder...

- Bueno, creo que llevo aquí el tiempo suficiente como para haberme acostumbrado. Es cierto que a veces echo algunas cosas de menos, pero soy feliz aquí.

-Eso está bien.

Sonrió suavemente, empezaba a estar verdaderamente relajado, incluso en presencia de Yasuyo, en gran parte por el efecto relajante inherente a las termas. Pensaba que era una buena chica, además era la única que hablaba con él realmente desde que había entrado en la división, el resto de la división eran algo más reservados, o quizás él mismo lo era con respecto a ellos. El caso es que prefería la compañía de Yasuyo frente a la de otros como Gentatsu, el cual le intimidaba un poco la verdad.

- ¿Y porque esa curiosidad por el mundo de los vivos?

-Bueno... hay una gran parte de la gente que conozco que proviene de allí. Yo soy un alma pura nacida de una familia noble, y nunca podré saber lo que se siente estando "vivo", o como se diga. Así que creo que nunca lo comprenderé, y por eso pregunto. Siempre me ha parecido fascinante la idea de otros mundos, creo que puede haber quizás uno en el que haya paz todo el tiempo en algún lugar...-se dio cuenta de que hablaba demasiado y dejó de hacerlo, con un ligero rubor en sus mejillas y mirando para abajo.